martes, octubre 11, 2005

El reto de la feminidad (pensando en Lynndie England )

El reto de la feminidad (pensando en Lynndie England )

Juan Torres López
La Opinión de Málaga
From: "aquavit"
6 Oct 2005


La soldado norteamericana Lynndie England que torturó a varios prisioneros iraquíes tratándolos literalmente como a perros ha sido condenada a tres años a pesar de que dice seguir siendo "una patriota estadounidense".

El caso es extremo pero pone sobre la mesa una vez más la paradoja de la que había escrito Simone de Beauvoir hace tiempo en El segundo sexo. Se refería la feminista francesa a que la de por sí muy dificultosa incorporación de las mujeres a la vida pública se hacía a menudo abrazando los códigos y valores masculinos. Y se preguntaba si valía la pena liberar al segundo sexo al precio de tener que parecerse al primero.

La discriminación de las mujeres es todavía evidente incluso en los países más avanzados, lo que justifica y obliga a realizar políticas de igualdad radicales en todo el mundo para ir aliviando lo más pronto posible la manifestación más palmaria de la injusticia social. Basta comparar los salarios, las tasas de empleo y paro, los niveles educativos y culturales, los perfiles de la pobreza, la escasez de mujeres electas para cargos públicos. para convencerse de que, a pesar de los esfuerzos realizados en algunos Estados, aún estamos muy lejos de alcanzar lo que debería ser por naturaleza: la igualdad de hombres y mujeres a la hora de tomar decisiones y ejercer las responsabilidades de la vida social.

Por eso creo que todas las medidas de discriminación positiva están justificadas y que las críticas que a menudo reciben esconden, en realidad, posturas androcéntricas que sólo sirven para consolidar la desigualdad y la injusta segregación que padecen la mayoría de las mujeres en nuestro mundo. La prueba de ello es evidente: cuando no se adoptan hay más desigualdad.

Sin embargo, la presencia de las mujeres en los espacios públicos de decisión y responsabilidad no implica solamente erradicar la discriminación, algo en sí mismo positivo, sino que, además, puede llevar implícito que la sociedad se impregne definitivamente de los valores liberadores que las mujeres han desarrollado durante siglos en el espacio familiar o privado.

Los hombres hemos ocupado históricamente el espacio público en donde se resuelve el poder y donde se decide excluyentemente sobre los asuntos sociales. Los valores que predominan en ese ámbito son consecuentes con la lógica de dominación que allí predomina: el economicismo, la fuerza, la dominación, la violencia, la cultura del éxito. O, como llama expresivamente Riane Eisler, el código de la Espada.

Mientras tanto, las mujeres han estado confinadas en el espacio privado reduciéndose su papel social a producir unos valores de uso como el amor, la protección y el cuidado, la salud, el equilibrio, . que son mucho más importantes que los de los hombres para la vida pero que no se convierten en mercancías y que, por tanto, no pueden conferir ni poder, ni éxito, ni dominio en una sociedad masculinizada. Es más, ni siquiera se trata de valores que interese visibilizar porque los comportamientos sociales que se subrayan y valoran son aquellos que tienen que ver con la competencia y el éxito y no con la entrega solidaria o la generosidad. Y por eso, las propias mujeres terminaron por ser invisibles para la sociedad masculina, aunque no así entre ellas mismas, afortunadamente.

En todas las culturas, las mujeres han sido las que han podido mantener los equilibrios sociales y personales esenciales y las que han logrado la armonía que requiere la vida humana. Por el contrario, los hombres nos hemos empleado en el poder, en la guerra y en la búsqueda constante del beneficio. Esto último siempre es notorio y bien visible, mientras que el equilibrio y la armonía, casi por definición, apenas si se ven.

El problema que reconocía Beauvoir es que la promoción de la mujer a los espacios públicos y su mayor protagonismo social no necesariamente implica que se estén difundiendo los valores de la feminidad.

A pesar de que las mujeres tienen una capacidad innata para imponerse en condiciones distintas a las que le son impuestas, lo cierto es que cuando entran en el mundo de lo público y lo mercantil se encuentran sometidas a una enorme tensión como resultado de la doble función que asumen. Lo que está ocurriendo es que se está facilitando la incorporación de las mujeres al espacio público pero imponiéndoles las condiciones que casi obligan a que su comportamiento se ajuste a los códigos de la masculinidad: competitividad, dominación, violencia y ausencia de emocionalidad. Se establece que las mujeres que hacen política, que intervienen en negocios, que actúan como profesionales en cualquier tipo de actividad social deben dejar de ser mujeres en el sentido de renunciar a los valores femeninos. Dice Riane Eisler que a los hombres que no asumen la masculinidad como expresión de violencia o prepotencia se les considera "demasiado blandos o afeminados". Ahora, se facilita la presencia pública de las mujeres pero se tiende a considerar que solo están "preparadas" aquellas que asumen convenientemente los códigos masculinos de comportamiento social.

Desgraciadamente, eso es lo que está provocando que cada vez sea más frecuente que las mujeres compitan ferozmente entre ellas en el mundo laboral o político y que, con mucha frecuencia, el principal obstáculo que encuentren en su camino sea la actitud masculinizada de otras mujeres.

El problema lógicamente radica en que no basta con promover una igualdad sexual mecánica sino que ha de lograrse que vaya acompañada de nuevas prácticas sociales, de una nueva masculinidad (y no de la asunción femenina de la dominante) y de una reconstrucción de lo social compartida por hombres y mujeres.

El filósofo francés Edgar Morin utilizaba una expresión que me parece preclara. Los seres humanos, decía, hemos de aprender a dominar el dominio. Por eso es necesario acompañar las indispensables políticas contra la discriminación sexual con la extensión de los valores alternativos a la masculinidad dominante.

La igualdad es un valor deseable en sí mismo y ha de lograrse sin más entre mujeres y hombres. Pero lo que de verdad constituiría una transformación sustancial de nuestras condiciones de existencia sería algo más que ser simplemente iguales. Lo que en realidad necesitamos es ser distintos: sustituir la lógica del poder por la ética de la felicidad, las soluciones violentas por la resolución pacífica de los conflictos, la competencia por el cuidado y la solidaridad, y la imposición a la fuerza por la razón del amor. Es lo que han hecho siempre las mujeres en el ámbito privado. El reto es que nos enseñen a que lo hagamos todos en cualquier ámbito de la vida social y el peligro, que para ser iguales asuman la masculinidad dominante y dejen de hacerlo.

jueves, octubre 06, 2005

Pensamiento Pedagogico

En el 231 aniversario del natalicio
El discurso lacerante de Simón Rodríguez
Reinaldo Villegas Astudillo

Martes, 29 de octubre de 2002


Datos biográficos
Simón Rodríguez figura entre los precursores del pensamiento latinoamericano. Nació en Caracas el 28 de octubre de 1771 y cumplió el itinerario vital, el 28 de febrero de 1854 en Amotape, aldea remota del norte peruano. Además de constituirse en el maestro más importante del Libertador Simón Bolívar, es creador de una prolífica obra que alcanza aproximadamente a unos quince textos. Hombre republicano, de principios inflexibles abogó por naciones, “fundadas y no establecidas”, sustentadas en valores libertarios por los cuales lucharon militarmente los héroes de la independencia.

El pensador venezolano, quien a partir de la muerte de Bolívar en 1830, le sobrevivió veinticuatro años más, fue auscultando la realidad del entorno circundante, la cual se caracterizó por la permanencia de vicios y distorsiones políticas, económicas, culturales y educativas propias de la etapa colonial , que pervivieron a través del tiempo histórico. Sin tener nada que perder –dádivas, prebendas, reconocimientos, posiciones, etc- se transforma en un crítico acerbo, especialmente de los grupos dominantes que continuaron explotando y despreciando a los sectores populares y marginados del continente.


Ideas Educativas
En el plano educativo, es partidario de combinar la educación con el trabajo, promoviendo la creación de escuelas técnicas y agrícolas, que posibiliten formar recursos humanos que sean capaces de “colonizar el continente con sus propios habitantes” para evitar así la emigración indiscriminada del exterior, especialmente de Europa. Rodríguez manifiesta, para ilustrar lo anterior, indicando de “que todo lo que brilla no es oro”, Enfatiza en lo siguiente:: “El horroroso cuadro de su miseria y de sus vicios donde se observa el vasallaje de esclavos en Rusia. Polonia y Turquía...Todos anhelan por emigraciones ¡los Europeos, por vaciar su suelo de gente inútil, los Americanos, por llenarlo con ella!”.

Desarrolla, Rodríguez, el proyecto de Educación Popular en Bogotá y Chuquisaca (Bolivia). En las dos ciudades, fracasa rotundamente por la animadversión surgida entre las familias pudientes, de altos ingresos económicos, que no concebían que sus hijos podían concurrir a un centro educativo igualitario, donde acudían los pardos y los indios y donde se adquirían conocimientos de carácter práctico y manual.

Rodríguez, igualmente, cuestionó a la educación especulativa, que no se afinca en lo concreto y a la de caridad, por cuanto no conducen al logro de los objetivos que se identifican con las carencias de los infantes y de los adolescentes. Tampoco, compartió la metodología lancasteriana, tan en boga en la época: “La enseñanza mutua es un disparate. Lancaster la inventó para hacer aprender la Biblia de memoria. Los discípulos van a la escuela a aprender, no a enseñar, ni ayudar a enseñar”. De igual modo, denunció a los “mercaderes de la educación “ de su tiempo que hacían negocio con la actividad educativa. Estos mercaderes, que desde el origen de nuestras repúblicas hasta el tiempo presente, se lucran con este quehacer, tal cual decía Rodríguez,” como si se tratara de géneros (telas)”

Asedio a las repúblicas
Al desaparecer, físicamente Bolívar, en gran parte de los países latinoamericanos sobrevienen luchas intestinas, con el asalto a los gobiernos incipientemente republicanos y que son protagonizados por caudillos y aventureros, prolongándose en el futuro a través de dictadores de procedencia y naturaleza distintas. Fue, como clamar en el desierto, cuando Rodríguez, señalaba que había que adquirir conciencia republicana a fin de formar ciudadanos auténticos y cabales. Tal misión debían cumplirlas, entre otros los especialistas en derecho, pero a éstos les interesaba más dedicarse a acciones subalternas, propias de “tinterillos”, a quienes llegó a calificar de “mercaderes de sellos”.


Ideas económicas
En el plano económico, para la época, fustiga a los gobernantes , así como se indica: “Si los americanos quieren que la revolución política que el curso de las cosas ha hecho y que las circunstancias han protegido les traiga verdaderos bienes, hagan una revolución económica y empiécenla por los campos”. En este aspecto, Rodríguez no tuvo éxito. Hasta el día de hoy observamos en América, extensos espacios terrígenos en poder de grupos oligárquicos y elitescos: consorcios transnacionales, latifundistas de nuevo cuño, ex militares, etc. Prácticamente, ninguna Reforma Agraria se ha ejecutado plenamente. Citemos el caso de Chile: Ni Frei, ni Allende lograron el objetivo de equidad y justicia social entre lo sectores campesinos, porque Pinochet les devolvió a las grandes potentados que lo acompañaron en el cruento golpe contra la república, las escasas hectáreas que alcanzaron a expropiarse, por esos gobiernos. Por su parte, en Venezuela, a pesar que hubo una Reforma Agraria en los tiempos del presidente Rómulo Betancourt; uno, cuando viaja kilómetros y kilómetros por los llanos, las haciendas pasan y pasan, con sus cercos agresivos y desafiantes ante el viajero. Pensamos que situaciones similares, se observan en el resto del continente.


Visión de la prensa
Tampoco, a Rodríguez se le escapan los medios de comunicación, que por la misma estructura del continente, en una elevada proporción, pertenecen a grupos minoritarios de la élite económica. Como sucede en estos tiempos neoliberales, donde se ha llegado al colmo de que los periodistas, en ciertas publicaciones, han perdido la libertad de antaño y se han convertido, lamentablemente, en meros “funcionarios obsecuentes” y “marionetas” de los editores o de apatronados individuos al servicio de los intereses político-mercantiles de aquél. Rodríguez en su época al respecto, expresó “Destiérrese de las sociedades cultas el pernicioso abuso de la prensa”.


Olvido de un pensador
Por todo lo anterior y otras situaciones de parecida naturaleza, Simón Rodríguez, fue olvidado aproximadamente durante cien años por la historia oficial, manejada precisamente por esas élites de poder. Se creó en torno de su figura una “leyenda negra”, denostadora, calificándosele con epítetos denigrantes: “loco”, inmoral”, “libertino”, “tahur”, “ladrón de monjas”, “tramposo”,” destructor de templos”, etc. Inclusive, como lo hemos afirmado anteriormente, eminencias de la historia oficial de América, como Vicente Lecuna en Venezuela y Francisco Antonio Encina, en Chile han compartido muchas de estas expresiones, demeritándolo hasta proyectarlo como un ser semi-caricaturesco y desequilibrado.

Lamentablemente, su doctrina educativa de tanta valía es desconocida por los educadores del presente, porque sencillamente, no ha figurado el estudio de la obra y el pensamiento en los currículum de las carreras que dentro del campo educativo se imparten en los diversos centros de educación superior del continente.


Renacer de un ilustre latinoamericano
En Venezuela, la patria original, empezó el redescubrimiento de este filósofo, sólo a partir de 1950, a través de trabajos inquisitivos, llevados a cabo, especialmente por Pedro Grases y en Chile por Ricardo Donoso.. Las obras circulan escasamente por el continente, porque a decir verdad, todavía su pensamiento es considerado irreverente y peligroso por las castas endémicas que mantienen la hegemonía en la región latinoamericana. Así ocurrió dentro del Proyecto, impulsado por la Universidad “Simón Rodríguez” en el cual nosotros participamos, dirigido por el educador Félix Adam, entre 1976 y 1981, en la localidad de Canoabo, cuando se intentó plasmar una experiencia educativa basada en las ideas del maestro caraqueño, que de consolidarse, habría sido modelo para reduplicarse no sólo en Venezuela, sino en todo el continente. Fue abatido, infelizmente a los cinco años de surgido, por mentalidades regresivas y conservadoras, de los partidos políticos gobernantes de aquélla época, enquistadas en la propia universidad Es increíble, el clamor que hemos constatado en varios países latinoamericanos, donde hemos difundido el pensamiento de Simón Rodríguez, por conocer sus obras por parte de especialistas de pre y postgrado de educación, de las cuales nunca tuvieron información, al cursar los estudios académicos en prestigiadas universidades del continente.


Reflexiones finales
Anhelamos, que en estos días de rememoración de un aniversario más del natalicio de tan insigne maestro y pensador de América y cuando se visualizan tormentas político-sociales en la región, es importante adentrarse en el pensamiento de un hombre, realmente transparente, que dio ejemplo de vida al no claudicar nunca ante las dádívas y corruptelas, manteniendo siempre un amor profundo por la patria americana y una preocupación constante por los abandonados de la fortuna, de los desposeídos, especialmente indígenas, seres que en la actualidad en algunas naciones latinoamericanas, todavía son considerados como seres de tercera o cuarta categoría, como si no tuvieran siquiera la condición de auténticas y eminentes personas humanas.

martes, octubre 04, 2005

construccion social del pensamiento

“Es en la colisión de nuestros pensamientos con los pensamientos de otros cuando se engendra la duda y nos llama a verificar”

L. Vitgotsky